Google o la total indefensión. Mi experiencia.
Nadie pone en duda los indiscutibles beneficios que ha traído a nuestras vidas Google: pero también nadie pone en duda su poder, incluso su abuso de poder: y es que el poder puede ser utilizado de forma positiva o negativa. Google no es una ONG, es una empresa cuya finalidad, no lo olvidemos, es ganar dinero y cuanto más mejor, para ello se sirve de los datos de las personas y los manejan, datos que pueden ser ciertos o no, pero cuyo contenido ilícito, su uso y difusión abusiva resulta tremendamente difícil de denunciar.
Este blog trae su causa en mi experiencia personal y en la profunda indefensión a la que me enfrento como consecuencia de los contenidos habidos en la red sobre mi persona y mi actividad profesional.
Mi nombre es Adoración Navarro Salguero, en la actualidad soy abogada y criminóloga, especializada, entre otras materias, en Compliance; he venido trabajando hasta hace escasas fechas y durante casi quince años como juez/magistrada en Aragón y en Cataluña. Te propongo un "juego": te invito a que introduzcas mi nombre en Google y podrás comprobar cómo la primera o la segunda de las entradas, anuda mi nombre a corrupción judicial. Ese contenido forma parte de un blog -degeco.blogspot.com-, abierto por un particular pero propiedad de Google. Como consecuencia del idéntico contenido del blog, su autor resultó condenado en firme por un delito de calumnias en relación a mi persona.
Para aquéllos que lo desconozcan, las calumnias se conceptúan en el Código Penal español, artículo 205, como la "imputación de un delito hecha como conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad". Como ya os he dicho ese contenido fue declarado judicialmente calumnioso, es decir, falso, enteramente falso y sin embargo ahí está, en la red, anudado a mi persona y causándome un claro perjuicio.
Os preguntaréis por qué se dijeron de mí florituras tales como "corrupta, prevaricadora" o se me acusó de "proteger a criminales confesos": sencillamente por dictar, en el ejercicio de mi función, una resolución judicial -justificada, amparada por el criterio del Ministerio Fiscal y ratificada por la Audiencia Provincial de Zaragoza-, que no le "gustó" a una parte, parte que se convirtió en el autor de tales expresiones y es el mismo que resultó condenado por las mismas.
Cualquiera que se dedique a una profesión como la que yo he ejercido sabe que lógicamente no vas a ser la persona más querida del mundo y que te vas a "llevar puestos" bastantes adjetivos peyorativos, y sabe que va aparejado al cargo y lo acepta. Ahora bien, eso no quiere decir que todo sea lícito, que todo sea admisible y éste es un buen ejemplo.
Hasta hace apenas unos meses no he tenido conocimiento de que mi nombre constara en las redes anudado a tales imputaciones. El blog fue abierto en el tiempo transcurrido entre la apertura del procedimiento penal por calumnias y las sentencias dictadas y hasta hace escaso tiempo no he tenido conocimiento del mismo: y es que normalmente no sueles meter tu nombre en un buscador como Google y ver qué pone. ¿Acaso lo hacéis vosotros?
Mi tremenda gran sorpresa es que, tras denunciar ante Google el contenido calumnioso, la respuesta que he obtenido -de una persona física, cualquiera que sea su nombre, y no de un logaritmo- ha sido nula: me dicen, no que no sean responsables, sino que "no ven la relación" entre las resoluciones judiciales y el contenido del blog. Francamente me alegra que en ningún momento me hayan dicho que no son responsables pero me resulta -perdón, me resultaba- increíble su respuesta: el contenido es un "copia y pega" del declarado calumnioso y, sin embargo ellos no ven la relación. Se les han efectuados requerimientos para que retiren espere contenido, que atenta frontalmente a mi honor, se les han aportado las sentencias dictadas por Juzgado y Audiencia, y ellos no ven relación.
Dado que en España la responsabilidad de Google no sería penal -al no haber sido regulado que los delitos contra el honor puedan ser cometidos por empresas o corporaciones-, me hallo ahora en fase de denuncia ante la Agencia Española de Protección de Datos, cuya resolución definitiva puede demorarse mucho, muchísimo tiempo, y ese contenido ilícito sigue apareciendo junto a mi nombre. Y es más, si pretendo solicitar cualquier tipo de indemnización por los perjuicios que me está causando, la única opción sería demandar a Google en USA -imaginaos-. Y el contenido ilícito durante años, en las redes.
Ya he comentado que mi despacho profesional actual, iudica, trabaja en materia de Compliance, es decir, en la elaboración de programas de prevención de la responsabilidad penal de las personas jurídicas, y precisamente soy yo víctima de una empresa: nada menos que de Google.
Los programas de Compliance pretenden introducir la ética en las empresas, en las relaciones laborales, en los contenidos, en la actuación de directivos y empleados, entre sí y en relación a otras empresas, sean competencia o no. Pretende evitar la responsabilidad de las sociedades/corporaciones o cualquier otra persona jurídica, por las actuaciones ilegales e incluso delictivas que puedan cometer las personas que en el seno de la misma trabajen. Y ello por la vía de la intervención en procesos selectivos y gestión de recursos humanos en general, el seguimiento, la formación, la implantación de un código de ética, un canal de denuncias, una respuesta ante las situaciones ilícitas, y todo ello desde el mapeo de riesgos de cada empresa.
Os explico esto, porque -y estoy conteniendo palabras malsonantes que cualquiera en mi situación pronunciaría- precisamente soy yo la que sufre un permanente atentado contra mi honor por la sacralizada Google y van a ser años de pugna con ellos por un asunto que resulta tan claro. Soy yo la que pretende promover, a través del Compliance, la "salud" de las corporaciones y me veo sacudida en primera persona por un ataque frontal y clarísimo a mi reputación, que pudiera fácilmente ser evitado con un actuar ético, con un actuar diligente, adaptado a la empresa, en definitiva con un actuar legal, como el que mi propio despacho propone a sus clientes. Soy yo -personalizo pero me refiero a iudica- la que pretende a través de sus programas de Compliance evitar tales situaciones injustas: soy yo la que se ve afectada por una situación ilegal que pretendo evitar en los demás. Soy yo la rechazada por mis presentes y futuros clientes "a prevención" y como consecuencia del contenido falso que aparece en Google. Soy yo la que ve su trabajo y valía profesional en entredicho, con todos los perjuicios que ello me está causando.
Como podéis ver, cualquiera de nosotros podemos ser víctimas de una situación ilícita, cualquiera de nosotros puede ser afectado en su honor por datos falsos publicados en la red, que afecten a su vida personal y profesional, cualquiera de nosotros ha de embarcarse en largos y farragosos procedimientos, no ya para obtener ningún tipo de satisfacción monetaria sino simplemente para la retirada de un contenido declarado judicialmente como calumnioso.
Esto se llama burla, esto se llama indefensión, esto significa que Google es una empresa que conscientemente publica contenidos infamantes, esto implica que Google es responsable, esto implica que así ha de exigírsele, esto implica que así ha de hacerse saber públicamente y así ha de responder.
Quizá sea éste el origen de mi -nuestra desde iudica- apuesta por programas de Compliance ajustados y adaptados a las necesidades de cada empresa, quizá éste sea el origen de promover, a través de los mismos, un actuar empresarial ético, quizá pretenda que no haya más víctimas como yo.